No son malas fechas para dejarse caer por el cine por la diversidad de películas que hay en cartelera. No obstante lo que más presta es El Rey León, que curiosamente no es un estreno. Obra maestra reeditada con el aliciente del 3D, lo que no deja de ser una mera excusa de una estrategia comercial que busca lidiar con la crisis que afecta a la compañía de animación americana, y ya de paso infundir un poquito de nostalgia.
Para ser cine infantil, ésta es una historia de tintes trágicos, armónica y bellamente dura, que se compensa con momentos divertidos, sobre todo en compañía de Timón y Pumba. Es una película que luce por concisa (no llega a la hora y media) y atrevida pese a estar entre los estándares de la factoría Disney, ya que acerca a los niños a realidades que se antojan crueles para según que tramo de edad (y que los papis repipis prefieren esconder) y sobre las que ellos también reflexionan y especulan.
No conviene olvidar su premiada banda sonora, que acompaña con acierto el devenir de Simba, desde su destierro involuntario por culpa del usurpador Scar, hasta su vuelta a casa para tratar de recuperar el trono que le fue arrebatado.
A pesar de las múltiples controversias que generó y genera, por sus supuesto mensaje reaccionario, y por sus dudosa originalidad dado su sospechoso parecido con un anime de los años 60 (Jungle Taitei), aliento a aquellos que ya la vieron a repetir experiencia y a los que no que se animen. Felices Fiestas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario