La Conspiración es un drama judicial, no al uso, en el que Robert Redford nos sitúa en el caso contra Mary Surratt (Robyn Wright, sin duda lo mejor de la peli), por su supuesta implicación en el asesinato del presidente de Estados Unidos, Abraham Lincoln, y la defensa ejercida por Frederick Aiken (James MacAvoy), cuya disparidad ideológica con la acusada y las fuertes contradicciones morales le conducen a una evolución interesante como personaje a lo largo de los 120 minutos.
La película peca de pretenciosa, y lo paga; no obstante deja traslucir excesos pretéritos que tienen su reflejo en la actualidad, en la que todavía en tiempos convulsos la ley sufre de ceguera en pos de un supuesto bien mayor. Para ser cine, el rigor histórico roza lo perfecto, así como la gran recreación de época, tomándose como siempre las licencias propias del séptimo arte.
Se agradece que no sea cine comercial hollywoodiense, y que siendo una película sumamente americana ésta no rebose patriotismo yanqui barato, cargado de testosterona e irracionalidad, empero hay escenas como la inicial, con el acto heroico de turno.
A pesar de no ser una mala película, de ser entretenida, e incluso para aquellos que no conozcan los hechos puede resultar sorprendente (aunque tiene un desarrollo previsible), a mi me dejó en una situación emocional neutra, con el poso de una cinta muy convencional aún sin ser la típica historia de abogados; le falta chispa.
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